No puedo confiar.
Las veces que lo hice resultaron un poco catastróficas (que no dramáticas) y quizás sea eso, quizás el miedo a que suceda lo mismo me haga permanecer alerta a cualquier movimiento. Algo ha pasado hoy: se han disparado todas mis alarmas y ahora no consigo desactivarlas, no encuentro dentro de mí el código de seguridad, me he quedado en blanco y el ruído que producen no me deja reaccionar. Creí ser más valiente y más inteligente pero resulta que no soy nada de eso, que al mínimo movimiento me enciendo; la cuestión ahora es que lo más probable sea que no haya marcha atrás porque una vez se cruza el límite imaginario de mi poca confianza se borra el camino de retorno, aparece una espesa niebla que difumina mis contornos y ya no puedes encontrarme.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario