miércoles, 15 de junio de 2011

Esa frontera

Me sorprende a mí misma la frivolidad con que pienso en las relaciones una vez pasan la frontera del primer beso; de repente todo se vuelve objetivo (más aún), analizo cada detalle con la crueldad más absoluta, se interpone un velo de apatía entre mi ¿corazón? y la realidad y entro en un estado de hastío autodestructivo y tan absurdo que me dan ganas de darme una paliza. Lo que quiero se convierte en lo que quizás no me gustará; lo que me apetece se convierte en lo prohibido; quiero apagar el teléfono, lanzarlo bien lejos, olvidarme de todo y salir corriendo hacia cualquier dirección opuesta a la posibilidad de un "encuentro post-beso"... no sería la primera vez ... aunque es ahora cuando me planteo si quizás, hoy, podría intentar continuar caminando despacito, sin cogerme de tu brazo, pero sin huir (al menos, de momento...).


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