... tengo ganas de
pasear y pensar; seguir el ritmo de mi música interior y parar a comerme un helado cuando todo esté oscuro y solitario, sentarme en aquel banco, observar el movimiento de las hojas en los árboles; dejar que el viento me acaricie, cerrar los ojos e inevitablemente sonreír.
Con la tranquilidad de una noche de verano como compañía e ignorando los petardos que suenan lejanos recordándome la noche de San Juan: sólo respirar profundamente, parar el mundo por un instante ...
para volver de nuevo con más ganas
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