lunes, 12 de noviembre de 2012

un martes de otoño

Mi nueva casa es de madera. 

Mi casita de madera llegó sobre ruedas un martes de otoño en el que el sol iba tímidamente asomándose al balcón. Mi nuevo hogar voló hasta llegar a su ubicación final, voló tan alto que podía verse desde muy lejano y hasta creí que iba a ser imposible que todo saliese bien ese martes frío de otoño; pero salió bien, muy bien. Ahora tengo una casa voladora en la que vivir, con un porche enorme desde el que ver amanecer, rodeada de montaña y árboles supervivientes al movimiento de tierras previo a ese martes.

Mi hogar siempre tendrá ruedas y alas, para así sentirme menos atada pese a permanecer en la misma montaña que me vio nacer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario